miércoles, 31 de octubre de 2007

Proveer de conformidad-Será Justicia...


A veces odio ir a tribunales tanto como Gargamel a los Pitufos...

Una que sepamo´ todo´...

Presentación Tamarisca


VIERNES 2 DE NOVIEMBRE
PRESENTACIÓN OFICIAL
NOVELA Y SIMPLES
20HS
LA RATONERA (CORRIENTES 5552)

LA MARCA DEL MILAGRO, DAMIÁN TERRASA
+
EL DíA QUE PERLA VOLÓ, CELIA DOSIO
EL PELO DE LA VIRGEN, FEDERICO FALCO
OXIDADO, LEO OYOLA
Buena Onda, vino y buenas lecturas.

Aaahhh...
Y TOCA "DOS CACHIVACHES" (Millan/Pandolfelli)
Vayan che!

Aguante BERAZACHUSSETTS!!!


Señores, ayer se ha confirmado que el ganador de este concurso es el genial escritor Leandro Abalos Blacha. Grosso.

miércoles, 24 de octubre de 2007

The Pandolfelli Experience


Papá Pirilo, Roberto y Seba con la guitarrita ya de chiquito.
De esto hace ya como 25 años...

ALIVE!

Hace un rato pasaba por Av. de Mayo y Florida y ví a dos pibes repartiendo volantes de Lavagna y tenían remeras de la Juventud Radical

Y YO QUE CREÍA QUE SE HABÍAN EXTINGUIDO COMO LOS BICHOS CANASTO!!!

Va creciendo el Pequeño Pony!


BANDA REVELACIÓN. Dos hechos marcaron la noche. El pintor Alfredo Prior exhibió su multiplicidad artística. De traje y corbata, pero enfundados sus pies en unas pantuflas con forma de garra de oso, leyó sus poemas breves. Su amigo Arturo Carrera, entusiasmado por el encuentro poético que está organizando en Pringles, aplaudió la ocurrencia. Luego fue el turno del rock a cargo de la superbanda El Pony Infinito, compuesta por editores, poetas y escritores. Más tarde se les sumó el multifacético Prior para cantar con una actitud propia de la mítica era del punk y hasta se animó a tocar sonidos estridentes con la guitarra eléctrica, todo sin sacarse las osunas pantuflas. La concurrencia preguntaba por las nuevas fechas en que se presentaría el grupo.
(publicado en Revista ADN de La Nación)

http//www.myspace.com/elponyinfinito

LOS BARRILETES COSMICOS



Lanús, gueto barriletero y cósmico y escenario del Centro Municipal de Exposiciones

martes, 23 de octubre de 2007

Vote MONITOR ISEKA Presidente!


BASTA DE MENTIRAS DE OTROS POLITICOS!
ENEMAS PARA TODOS!

LISTA 3120
(San Jerónimo)

MONITOR ISEKA PRESIDENTE
UNICO MONITOR DE LA TECNOCRACIA


…Y SUS CRITICOS IMPLACABLES AL CONGRESO!
SUEÑO ITALIANO-ENEMAS-Y COPITAZAS
QUE CONCHAZA TENIA LA VIEJA!

Super Chorizo leyendo en vivo



Esto amiguitos fue en el Ciclo de lecturas de la Editorial CARNE ARGENTINA
Ven lo que se pierden si no van a las lecturas...?

Peron y el Rock

VIRGILIO (Un cuentito Peronista)

Ejercer el oficio de novio trae consigo ciertas ventajas, pero también unos cuantos problemas. En ésto pensaba Virgilio, sentado en el cordón de la vereda mientras esperaba, ramo de margaritas en mano, a la Eva, su novia que era una muchacha hermosa. En realidad, un poco flaca y no muy linda, bah... Era la única mina que le daba bolilla y a través de los aparatos, los granitos y los anteojos, él era capaz de encontrar su belleza interior. La parejita era tal para cual. Hay quienes aseveran que el amor es ciego, en este caso, también deforme.
En eso cae la Eva y le da la sorpresa: -Hoy vas a conocer a mi familia!
-¿Eehhh...? No, no pará...
-¿Qué, no me querés más...?
-Ssssiiiiperoooo.....
-Pero nada, papá esta haciendo un asado y le dije que le iba a presentar a un amigo, así que te venís y listo. –La cara del muchacho dio una recorrida a la escala cromática.
-Bueeenooo... está bien vamos.-
Al llegar a la puerta de la casa lo invadió una sensación rara, tuvo un escalofrío. -No, no, mejor otro día...-
-Tenés miedo...? Ves que ya no me querés!
Resopló, tragó saliva y entró resignado. La casa, grande y vieja, tenia olor a humedad. Las paredes estaban cubiertas de cuadros y fotos de cualquier clase y tamaño. Un póster de Boca de cuando jugaba Gatti, Palito Ortega, el Gauchito Gil con cintas rojas y fotografías familiares presididas por un cuadro del General, montado en un caballo blanco y otro de su esposa, la abanderada. Notó que el piso de parquet estaba levantado en parte. –Estarán arreglando- pensó. Al costado había un enorme aparador de madera plagado de muñequitos de porcelana, vidrio, plástico, souvenirs de cumpleaños y una imagen de Ramoncito el niño milagroso de Villa Caraza. Todo dispuesto como en un escaparate del mercado de pulgas o una muestra de arte kistch. Por el vidrio roto de una ventana se colaba un haz de luz en el que flotaban infinitas partículas de polvo.
-Vamos, vení que están en el fondo-.
Atravesaron un par de habitaciones y desembocaron en el patio de atrás donde estaba preparada la mesa, con un mantel de polietileno con motivos navideños. El regordete Santa Klaus, inventado por los publicistas de la Coca Cola, sonreía estúpidamente en pleno Octubre.
La madre de la muchacha se acercó, lo miró y saludó con un gesto austero. En un rincón, la abuela, una vieja forrada en negro que parecía una pasa de uva gigante, no prestó atención, se encontraba disfrutando de un pediluvio, palangana de por medio.
Detrás de la pileta Pelopincho, estaba Don Domingo, agachado, poniendo unas maderitas de parquet al fuego. Se levantó, enjugó el sudor de su frente y fue hacia Virgilio que temblaba. Le echó una mirada que le congeló los huesos.
-Así que so amigo de la Evita vo?- Dijo atusando su grueso bigote negro con la mano derecha, mientras con la izquierda se rascaba la enorme panza enfundada en una camiseta blanca ajustada y con un par de agujeritos.
Por un rato largo, larguísimo, nadie hizo más comentarios. El escuálido Virgilio se sentó, pero no podía quedarse quieto, sentía sobre el las miradas inquisidoras. Cruzaba las piernas, para un lado, para el otro. Los brazos ¿Qué hacer con los brazos? Los dejaba colgando, los apoyaba sobre las piernas, detrás de la nuca, cruzados, para un lado, para el otro, otra vez colgando, otra vez cruzados. Lo miraban, lo miraban y no decían nada. Ansiedad. Tensión. El caldo se estaba poniendo espeso...
-Y...El Virgilio es músico mamá...¿Sabía...?
-Así que músico...?-Saltó Don Domingo.
-Ssiii... toca en una banda...
-Así que tenés una orquesta pibe? Mira vó, el abuelo también era músico...A ver...Anda, traéle la guitarra del abuelo traéle...
-No, señor... Eehhh...Yoooo...
-Dale, traéle la guitarra del abuelo y que se toque alguna pieza...
-No papá, el Virgilio toca el bajo.
-Bueh, si toca el bajo, toca la guitarra, si es músico tiene que saber...¿Y que tangos te sabés pibe...?
-¿Eeh? No, yo toco Punk.
-¿Pan? ¿Con manteca o dulceleche? JA JA JA!!! Pan...¿ Y eso que viene a ser...? Mirá, mirá que guitarra, es buena es. La violita del abuelo... Vieja viola... Puta si habrá sonado che... Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es para mi la voz de...
Cuando el muchacho tomo la viola, la sintió pesada, tenía algo adentro. -Dale, tocá, tocáte un clásico –Insistió el gordo padre y no tuvo mas remedio que tocar.
Se despachó con una terrorífica, horrísona y superacelerada versión de Anarquía en el Reino Unido y todos se miraron espantados. La guitarra sonaba rara y la sacudió. Una nube espesa de polvo gris salió de adentro y lo hizo toser. –Antonio! Antonio! El Antonio!- Gritó la nona abalanzándose sobre el instrumento. Le encajó un golpe al pobre infeliz intérprete, que dejó caer la viola. –Uuhh... Mirá vos donde estaban las cenizas del abuelo Antonio...!- Dijeron a coro la Eva y su madre.
Después de otro largo rato de silencio y tensión, Don Domingo abrió la boca:- Me imagino que no vas a tomar vino vos, ¿No? –Mientras se servía un vaso de tinto.
-Esto... esto es para machos pibe.
El estómago de Virgilio soltaba unos ruidos extraños. Se moría de hambre y los nervios lo empeoraban. En eso, la nona que lo miraba con odio y resentimiento desde el incidente, le sirvió un vaso de granadina con soda y se lo pasó. –Sale humo del vaso? No, no puede ser, son mis nervios...-pensó. Se lo tomó de un trago y la vieja pasa de uva largó una fuerte carcajada. Se le vio el único diente.
Entonces la madre de Eva sirvió una bandeja con el asado y Virgilio se lanzó sobre él. Así, con las manos y masticó y tragó. Masticó y tragó desesperado. La cara le brillaba por la grasa. Carne, ensalada , huesos, platos, vasos, botellas. Arrasaba con todo cuanto había a su alcance. Masticaba con la voracidad de una fiera, un monstruo.
Lo disfrutaba. Tragaba ante la sorpresa y el susto de su noviecita indefensa. Comió y comió con fruición, poseído por el demonio de la gula, sin prestar atención a los gritos, sin hacer caso de nada.
Al rato, más calmado, escupió un pedazo de algo. Era un dedo de Don Domingo. Eructó y mirando a la Eva, pálida y dura como una estatua, le dijo:-Que tierna tu familia!

TAXI DRIVER (La conveniencia de un verbo)

Hacía rato que estaba dando vueltas y nada. La tarde se me caía encima. Se largó a llover, quizás ayude un poco. Ya estaba asomando sutilmente la idea de mandar todo a al mierda. El tacho cansa. Había dormido bastante mal, ya que la madrugada me sorprendió tratando de hacer un balance sobre mi vida en los últimos años y llegué a la conclusión de que yo soy lo único que tengo, es decir todo mi patrimonio consiste en mi cuerpo y mi capacidad de mantenerlo con vida. Vivo atrapado entre dos mundos, el de los sueños y el de la realidad y debo hacer grandes esfuerzos para saber por cuál estoy transitando. La realidad es trágica y cruda como una pesadilla. Está plagada de ficciones tan inverosilimiles como los sueños de un loco. El mundo de los sueños es casi real, tangible y es en donde puedo ser yo sin temor a que me encierren.
En definitiva, digamos que tenía sueño pero tenía que laburar en el mundo real.
Debía haber huelga de pasajeros o algo por el estilo. Encendí la radio, empezaba NO BOMBARDEEN BUENOS AIRES, una suerte de magazine surrealista y bizarro, conducido por un tal Pandolfelli... –“Y, ahora algo así como, noticias y clasificados mechados de mensajes subliminales de probada efectividad... Lobo marino viaja a Mar Del Plata durante fin de semana largo y al no llevarse saquito por si refrescaba queda trágicamente duro sobre la rambla de la perla del Atlántico... Nuevo proyecto de ley, ya no estaría penado comerse a un primo segundo durante un casamiento por civil...
Vecino de San Fermín explota de indignación ante la masiva suelta de jabalies saturnales realizada el 29 de agosto en la luna... Dijo un filosofo de Lanús, yo creo que el amor existe, pero no cero que él crea que yo existo... Permuto mono ambiente por mono hambriento, preguntar por Carlos.”
Empezó a sonar un tema de Frank Zappa, subí un poco el volumen y seguí yirando.
Paré un rato en una esquina y vi a un abuelo fumando en pipa que llevaba de la mano a un borreguito con delantal de jardín de infantes. El nono le dijo: ¿Querés que te cuente el cuento de buena pipa? Sí, sí...Yo no te dije si, si , yo te dije si querés que te cuente el cuento de la buena pipa... Sí, contame... -decía el pobre e iluso pichón de hombre-...Yo no te dije sí, contame, yo te dije si querés que te cuente el cuento de la buena pipa... Tuve una sensación de angustia y arranqué; seguí dando vueltas. Posé mis ojos en un cartel que decía: Eliminemos las cucarachas vote Sí a la intervención del FMI (Foro Mundial de Insecticidas). La invasión de bichos ya era un problema del estado, pero a mi me importaba muy poco...
En eso paro en un semáforo y la veo. Salió de una peluquería, la escuché putear a la lluvia. Me hizo señas y esperó debajo de un toldito. Juego de luces, apagué la radio vacié el cenicero y touch de desodorante. Me arrimé al cordón todo lo que pude y subió. No se mojó, estaba radiante. Prendí el reloj y me quedé mirándola por el retrovisor. Demasiada belleza para ser de este mundo. Debo confesar, que a los tipos comunes como yo, las mujeres tan hermosas nos duelen un poquito. No me salían las palabras, así que la miré, como preguntando ¿a dónde? No dijo nada, pero me devolvió una mirada extraña. El semáforo se puso verde y tuve que arrancar para evitar las puteadas de los que venían atrás. Continué derecho por algunas cuadras. Mi cabeza era un remolino; ¿a dónde va señorita? No respondió, pero otra ves me echó una mirada como de sorpresa, como si fuera mi obligación saber a donde iba o vaya uno a saber que otra cosa. Quise hablarle. Pude recitarle algunos versos, ¿Habría leído a Rilke? ¿Y a Doroty Parker? Pude comentarle acerca de algún postulado filosófico de esos que me paso rumiando todo el día, pero no, no era el lugar y no me gusta quedar como esos tipos que pretenden levantarse una mina en una bailanta hablándole sobre la vida de Nietzche, pude decirle que era la mujer más linda que subió a mi taxi. Que aquella situación se me hacía incomoda, que nadie escucha, que nadie entiende realmente a los demás, que nos falta comunicación, que vivimos solos y angustiados y lo único que compartimos con los demás es nuestra soledad, qué otra cosa son los amigos, más que soledades encontradas?... Pero estaba lloviendo y en esta historia soy taxista, así que me limité a comentar: -Qué tiempo loco... ¿No?. No contestó, hizo un gesto de fastidio, yo seguí derecho. De a ratos la miraba por el espejo, ella me estaba clavando los ojos. Hacía poses como para fotografías. Me puso nervioso cuando se estiró en el asiento, como si fuese un sofá y se acariciaba el pelo. La dejé hacer, o está loca, o está conmigo, pensé. Miré por la ventanilla y en la vereda estaban el abuelo y nietito... Pero yo no te dije dale abuelo, lo vas a contar o no, yo te dije si querés que te cuente el cuento de la buena pipa.
Pero Sssiii... yo no te dije, pero Sssiii, yo te dije si querés que te cuente el cuento de la buena pipa... –decía el anciano mientras fumaba-. En mi asiento trasero seguían los berrinches. Encendí la radio sin consultarle, total no iba a contestar. Estaban hablando de una tal Romina Villar o algo así, se le iluminó el rostro, me miró contenta. Yo indiferente giré el dial, alguien comentaba que en la comunidad de la etnia otomí, en el estado de Querétaro a unos doscientos kilómetros de la capital de México, siguiendo unas leyes ancestrales, dos mujeres habían untado un picante en los genitales de una tercera por haber cometido adulterio... Giré el dial y puse la de tango. -Que la gola se va y la fama es puro cuento.../ canté con Gardel. Me miró consternada, con odio. Afuera seguía lloviendo y naufragábamos sin rumbo dentro del Ford Falcón. Cuando pasamos por Santa Fé y Larrea, el tránsito era un caos, habían tirado un par de sillas al medio de la calle y casi se produce un choque. Pero eso... Lo contaré en otro libro.
Doblé por Larrea, mientras seguía cantando. En ese momento caí en la cuenta de que viajábamos en círculos. En la vereda vi al abuelo, tirado en el piso, con la pipa clavada en un ojo, y el pequeño saltando sobre su estomago al grito de: Contame, contame, contame.
Ella estaba enojada. -Apagá la radio y doblá en ésta- Habló!!! Pude preguntarle que cuernos le pasaba, pero como dije antes en esta historia soy un taxista así que me limité a apagar la radio y comentar: Qué grande Carlitos Gardel Eh!. Nada, volvió a sus rabietas. Parecía sorprendida, como si quisiera decirme algo sin atreverse.
Nadie las entiende hermano. Después de unas cuadras -Está bien déjame acá-. Son seis pesos le dije y me echó la peor de sus miradas, como preguntando ¿Me vas a cobrar? Se acarició el pelo y otra miradita. Me dio diez pesos. Está bien déjalo dijo resignada. Juro que no la entendí. Paró de llover y un rato después de yirar al pedo, decidí parar un minuto a tomar algo con los muchachos en el bar. No pude evitar pensar en ella. Qué hembra! Empecé a verla de repente en todas partes. En los afiches, en cada esquina. En la remera de un pendejo que cruzaba la calle. En las paradas de colectivos. La veía en todos lados. En los cartelones de publicidad, hasta en las tapas de las revistas, en el kiosco de diarios de la estación. Mierda. ¿Me habré enamorado? Demasiado linda. No. No puede ser. Realmente la veía en todas partes.
Cuando llegué, saludé y pedí una cerveza. En una mesa estaban el Mario y el gordo Tortilletti, tomando ginebra con Virgilio, un verdadero muchacho Punk oriundo de Mataderos, bajista de Bolo Fekal, una banda under de vuelo gallináceo. En la barra, el resto de la gente, hablaba a los gritos como de costumbre. Miraban televisión. Tito contó que había llevado al Ruso a tribunales ¿A quién? Al Ruso rengo, ése de la tele, el de Polémica en el bar. Cacho por no ser menos, comentó que lo había tomado no sé que actorsucho famoso que estaría viviendo de prestado los quince minutos de Warhol. Y el Gringo había atropellado a un boludo vestido de payaso que bajó del colectivo sin mirar para atrás.
En la tele pasaron una propaganda de champú de Hinojos Guachampú. Todos los presentes opinaron que la Romina Villar esa estaba muy, pero muy cogestible, y si, si, la verdad es que era hermosa... Tomé el último trago, manoteé el diario y saliendo del bar, señale la tele con el llavero, eché una vista panorámica y les dije: Esa mina... Esa mina anduvo conmigo.

LA HERENCIA DE LA TIA TUCA

-Infeliz!!! No hay mujeres frígidas, está lleno de tipos que cogen mal! –Gritó la Niceta, furiosa, revoleando el pingüino de cerámica que estalló contra la pared, salpicando a Marito con tinto y jugo de naranja.
El pobre huyó despavorido y un tanto moreteado, ésta había sido la peor de las peleas y la gorda estaba insoportable. Al principio, todo era distinto, claro es todo amor y sexo, sobre todo lo segundo, que si es bueno aumenta lo primero. Pero después, con la convivencia llegan los problemas, los celos, las presiones, los quehaceres domésticos y gastos, gastos y mas gastos, y si no hay con que solventarlos, no hay amor ni sexo que salve la pareja. Siempre nos creemos los salvadores del pito y al mes nos damos cuenta de que somos unos boludos -pensaba Marito, mientras caminaba despacio, mirando al suelo, arrastrando los pies, con cierto aire tristón, porque en el fondo él a la Niceta la quería, a pesar de los rayes y las perversiones.-Yo no mantengo vagos, inútil de mierda- le dijo ella- volvé cuando consigas algo de plata o un trabajo decente...-Esta última frase resonaba en su cabeza. Marito era buen tipo, pero tenía mala suerte. Fue a pedir asilo a la casa de su ex, la travesti Glenda Glande y lo sacó cagando, ahora estaba saliendo con un enano vendedor de choripanes en plaza Once. –Andá gil, andáte con esa gorda!- Fue todo lo que dijo y le cerró la puerta en la cara. Pobre Marito.
No tenía donde caerse muerto, su libro MI DUCHA, aquel ensayo neo nazi sobre la higiene, apenas vendió tres copias. (A un señor llamado Klaus). Su última novela, contaba las desventuras del fantasma de un coronel manco, que pretendía escribir sus memorias y no encontraba quien lo ayude a hacerlo, EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA, se tituló, pero un colombiano inescrupuloso lo acusó de plagio y después del juicio, Marito perdió su casa. Se mudó con la Niceta y escribió su biografía, YO SOY YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS, pero no encontró editores interesados. Ahora estaba sólo y deprimido. Sus pasos lo llevaron hasta el viejo bar EL CLU DEL DOWN, donde iban a ahogar sus penas en alcohol todos los perdedores de la zona. No era un bar, era un pozo oscuro y depresivo, lleno de humo y olor a viejo, a humedad, con personajes grises y vencidos, tomando vino rancio.
Parece que el ambiente potenció su melancolía y ahí nomás Marito decidió terminar con su historia. –Voy a morir... Voy a morir y después van a decir, sí, yo lo conocí, era un gran escritor... Bla, bla, bla.- Con toda solemnidad, se acercó a la barra y, como cuenta la leyenda que hizo Dylan Thomas, pidió: -Mozo, deme siete wiskys dobles...
-No hay wisky, hay tinto nomás...
-Eh... ¿No tiene algo más fuerte jefe...?
El mozo, con cara de pocos amigos, le acercó un vasito de plástico y una lata de cera para pisos. -Pero me cago en Dios ya ni morir con dignidad puedo...Pensó Marito, pidió un tinto y se sentó en una mesa junto a la ventana. Vio pasar unas cuantas chicas, lindas tetas, buenos culitos, todas flacas, ninguna como su Niceta.
En eso entraron al bar Virgilio y Miguelito Miguel Tortilleti, el gordo barrilete, antiguos compañeros de aventuras del paja. Se arrimaron a la mesa y charlaron un rato de bueyes perdidos (Marito había perdido una vaca).Virgilio estaba con una terrible indigestión, venía de la casa de su novia y los padres de ésta le habían caído muy mal. Al cabo de un par de botellas de vino con soda y granadina, re podrido de escuchar las quejas de amor de sus amigos, el gordo barrilete, les propuso ir a visitar a un pibe que dicen que cumple deseos, RAMONCITO, el niño milagroso de Villa Caraza. Ninguno de los tres creía en esas cosas, se miraron, apuraron el trago y emprendieron la excursión hacia lo desconocido.
Bajaron del colectivo de la línea nueve en la estación Villa Caraza y caminaron asustados por una estrecha callecita de tierra bordeada por una zanja pestilente, mientras varios perros raquíticos los seguían y les ladraban. El barrio estaba compuesto de casillas de chapa y ladrillos huecos. Blanqueadas a la cal y con precarios alambrados que rodeaban los patios donde jugaban algunos pibitos descalzos. En una esquina, en la cual había una pintada que decía: “Vote Quindimil – Manolo Conducción”, unos muchachos con muchos tatuajes y pocos dientes, empinaban una cerveza. –Nos van a afanar, nos van a afanar, loco rajemos... -soltó Marito. –Callate cagón que ya llegamos- contestó el gordo Tortilletti autoproclamado guía.
Al llegar, el trámite fue simple y rapidísimo. Previo pago de diez pesos, entraron en una especie de capillita de chapa plagada de velas de colores brillantes, rojas ,amarillas, verdes; imágenes de santos, ropa, calcomanías de todo tipo, un póster de Billiken con el Mono Relojero, juguetes y cintas rojas. Ramoncito, un pibe flaquito pálido y de ojos grandes, no tenía más de ocho o nueve años, estaba sentado sobre un cajón de Coca Cola que hacía las veces de banquito. Entraron de rodillas, él los tocó en la frente y dijo: -“Que la fuerza esté con ustedes”. Se miraron extrañados. Ramoncito dijo:-“Hasta la vista babys” y desapareció tras una cortina de plástico con dibujos del ratón Mickey.
-¿Y...? ¿Ya está...?- Preguntó Virgilio. –Por qué no te vas a cagar gordo...?-rugió Marito.
-Bueno, bueno a discutir afuera señores que éste es un lugar santo- dijo un gorila de dos metros que apareció para echarlos fuera del templo. El gordo se reía como un boludo sin saber que decir.
Dos o tres días más tarde, Marito se había instalado en casa del gordo barrilete y estaba empecinado en intentar otro golpe contra la literatura universal, CINCO SEMANAS, UN GLOBO, la historia de una chica anoréxica que en poco más de un mes engorda terriblemente. Hubo una llamada de Virgilio que se encontraba feliz de haberse arreglado con su noviecita, la Eva. – Mirá loco es de creer o reventar eh...-comentó Miguelito Miguel- Y otra vez sonó el teléfono. Era del estudio jurídico del Dr. Vitíligo, tenían noticias para Marito. –Uuh, otro juicio por plagio- pensó, mientras salía para allá.
La noticia era mala y buena la mismo tiempo. Había muerto un pariente cercano, pero le esperaba una importante herencia. Falleció Doña Maria Juana Cañate de Cáñamo, su tía, la querida tía Tuca. La tía Tuca era una mina fresca, divertida, todos los que estaban con ella tenían ataques de risa, los parientes mas conservadores no la querían mucho y se la pasaban hablando mal de ella, pero a ella nunca le importó, en las reuniones enseguida se hacía humo, siempre vestida de seda, cualquiera que la abrazara, terminaba con la cabeza quemada, la Tía Tuca era la mejor. Marito sintió nostalgia, estaba buena la tía, tenía unas tetas enormes bien paraditas, piernas largas y ni hablar del culo. Era dueña de unas cachas firmes y redondas, daban ganas morderlas. Cuantas pajas, cuantas ahorcadas de ganso le había dedicado Marito a la querida Tía Tuca que ya no está con nosotros. Estuvo un rato recordando y le pareció sentir aquel perfume dulzón que dejaba ella a donde iba. Tuvo una erección y se hizo el boludo mientras escuchaba al Dr. Vitiligo, que le explicaba que su queridísima tía Doña Maria Juana Cañete de Cañamo le había dejado como herencia la suma nada despreciable de cien mil dólares más la casa, mejor dicho el caserón de los Cañamo, pero antes de recibirla tenia que cumplir con una extraña condición. La Tía Tuca estaba bastante loca y era muy excéntrica, sobre todo en sus últimos días. El requisito a cumplir por su heredero consistía en pasar una noche en la casa junto a su cadáver embalsamado. Su primo Eusebio Cañete, hijo de la difunta no pudo lograrlo, por lo tanto si Marito resistía, el dinero y la mansión serían suyos. Canutillo, como le decían todos, no quedó muy bien de la cabeza después de ver a su señora madre embalsamada, pero el paja era capaz de cualquier cosa.
Esa misma noche fue a la casa de su Tía y se encerró con llave en el cuarto donde estaba la muerta, desnuda, tendida en la cama, pálida con los ojos vidriosos, no perecía tan muerta después de todo. Puso el reloj despertador pensando en que eso pasaría rápido y pronto podría editar sus libros y volver con la Niceta, nada, no tenía que hacer nada más que dormirse y listo, mañana será otro día y con efectivo en el bolsillo, me acuesto acá y no pienso en nada...Tenía razón el gordo al final eh, es cosa de creer o reventar, no, no puede ser, ese pibito nos cagó, es todo verso, las cosas se dan porque se dan, que se yo...Ya está ésto es pan comido, pasa enseguida, clin caja...Y... Uy! La rocé sin querer... bah, no es nada, la verdad que no parece tan muerta eh...Y... fría no está, yo pensé que iba a estar más dura, más seca, pero no, se mantuvo la señora eh... sigue estando... la verdad que esta buenísima la muerta, y si le doy un besito en las tetas no se va a enterar nadie, que pezones duritos che...
Ahí nomás Marito se descarriló y volvió a convertirse en el paja. Blandiendo su estandarte tieso y rojo la ensartó a la señora nomás, así, como churrasco de croto. A la mañana, sonó el despertador, Marito abrió la puerta y ahí estaba el Dr. Vitiligo con el cheque. El paja salió feliz, fresquito como una lechuga, preparado para recomenzar su vida.
Nadie, ni siquiera el mejor taxidermista, pudo borrar del rostro de la finada aquella brillante, morbosa y espectacular sonrisa.

LA NICETA ATACA DE NUEVO

Mario Amado salió de la editorial, de la mano de su circunstancial pareja, la periodista travesti Glenda Glande, aquella que se hizo famosa con un escándalo, cuando la encontraron en un baldío con un enano “en situación dudosa”, dijeron los medios, digamos cepillandose los dientes con carne para ser mas precisos, y con la filmación la acusaron de abusar de un menor, pero el enano pisaba los cuarenta y pico, no vaya a creer, auque ésa ya es otra historia.
Niceta lo esperaba ansiosa, en la esquina, con intención de abordarlo y al ver que estaba acompañado se escondió y le sacó un par de fotos. “Lo esencial es envidiable a los otros”, pensó, parafraseando a cierto príncipe maraca, de gustos extraños, que se enfiestaba con corderos y aviadores.
La cuestión es que empezó a seguir a Mario por todos lados durante días, obsesionada, lo espiaba, lo amaba en secreto, sin saber que el también la había buscado algún tiempo.
A decir verdad, la Niceta quedó un poco tocada después de aquella maratón sexual con Marito y no volvió a ser la misma. Se había metido en lugar santo, quería ser monja porque estaba convencida de que le había visto la cara a Dios, pero al poco tiempo le volvieron los calores, por no decir que tuvo una especie de fiebre uterina, y claro, quiso volver a ver la cara del Sumo Creador, el problema es que para lograrlo según el dogma católico hay que llevar una vida ascética, rezar a cada rato y por último morirse. Y no, no es muy lógico tener una vida de mierda para morirse y sin garantías de encontrarlo al Señor este. Por lo tanto la estadía de la Niceta en el convento fue muy corta.
Era sufrida la gorda, ya de chiquita, los chicos del barrio le decían OINK OINK, y se había acostumbrado a los piropos:-Gorda no te toco ni con una rama seca; -Suspendé los postres!- Vaca entrégate a Coto... – Y cómo odió a los padres cuando la metieron a boy scout:- Y a ver si hacés algún amiguito, inútil, el ejercicio te va ayudar chancha de mierda...- Y la sometían a dietas y tratamientos, pero a ella nunca le molestó ser gorda, era feliz y no la entendían.
La vida siguió su curso y la Niceta se convirtió en una mole de tejido adiposo y ahora estaba sedienta de sexo, era un hipopótamo en celo. Varias víctimas habían sucumbido ya ante su insaciable ventosa. Látigos, corsets, frutas, verduras y picanas eléctricas, cualquier arma era buena para el combate y si no alcanzaban venían los golpes -A veces una buena paliza es el mejor de los bálsamos- decía, mientras aplicaba un uppercut seguido de un derechazo.
Vicio y virtud son para el artista materiales de arte, escribió Oscar Wilde, y ella pensaba que la anatomía humana era, por sí misma, una obra de arte. Podría decirse también que la bellísima gordita, parecía una estatua de Botero. Tenía el vicio de la carne y la virtud de reventar a sus compañeros de lecho. Los dejaba extasiados, secos y vencidos. Quedaban inservibles. Pero ninguno le llegó al alma, ninguno fue capaz de igualar a Marito. Por eso lo siguió hasta que lo encontró solo y lo enfrentó. Tragándose la angustia y los miedos de siempre.
Rubia, ojos celestes y saltones, nariz chiquita y redonda, labios gruesos y sus bien llevados doscientos cincuenta kilos. Excesivamente maquillada, porque ahora trabajaba como empleada municipal y es sabido que las empleadas municipales se pintarrajean cual callejeras para facilitar la subsistencia de las vendedoras de Avon, que es algo así como la competencia de la GUACHAMPU.
Fue verla y se le endureció el muñeco. Ella lo invitó a su casa y se fueron sin más preámbulo. Por el camino Marito comentó que ya no escribía relatos eróticos, estaba con un proyecto nuevo, MI DUCHA, una suerte de ensayo neo nazi sobre la higiene personal, algo mucho más serio, claro.
Al llegar al departamento notó que en el suelo se paseaba un lorito con las alas recortadas, un pajarraco más boludo que la famosa gaviotita de Bach. -¿Qué haces ahí Juan Salvador? Vení vamos a tu jaulita- dijo la Niceta y se agachó para agarrarlo.
En ese preciso instante se escuchó una flatulencia, más que flatulencia un descomunal pedo sónico que provocó un fenómeno Poltergheist. Se cayeron hasta los imanes de la heladera. Lejos de deserotizarse, Marito volvió a ser el de antes, el retorno del paja. Se bajó los lienzos en un santiamén y quedó blandiendo su espada que parecía un salmón rosado recién sacado del agua.
La gorda dejó todo como estaba. Desesperada, pegó un grito samurai, lo agarró de las orejas y lo revoleó hasta la cama. En esta oportunidad la música de fondo, debería ser la del show de Benny Hill. Lo montó y lo sacudió para todos lados como si estuviese zamarreando una alfombra con piojos. El placer de la mujer, en ocasiones, reside en el placer del hombre. El la miraba con lascivia y ella disfrutaba lujuriosa de sus alaridos mientras lo baboseaba pasando esa lengua enorme por las zonas erógenas más recónditas y extrañas. Unas mordidas, pellizcos, rasguñones, sudor y lagrimas. Después de casi dos horas de exquisito tormento entraron en erupción como el Vesubio sepultando Pompeya. Fue una explosión multicolor de fuegos de artificio navideños. Como si mil agujas electrificadas los pincharan al mismo tiempo.
Esta vez ella cayó rendida y se durmió al instante. Marito se sintió más viejo.
La Niceta roncaba y en la mesita de noche había una cortaplumas Victorinox, esas de niño explorador.
El paja, cansado quiso ir al baño, se equivocó de puerta y entró en un cuarto rarísimo, tapizado con fotografías de hombres de todo tipo. En más de la mitad, aparecía él. Había muchísimas velas de colores y juguetes sexuales. Tuvo un poco de miedo, cerró la puerta. Fue hasta la cocina por un vaso de agua. En la pared estaba escrito: “Ningún eunuco pudo penetrar en los anales de la historia”. Le dio un escalofrío. Niceta, la hermosa Venus del neolítico, roncaba.
Abrió el refrigerador para sacar el agua y no pudo dar crédito a sus ojos al ver todo un arsenal de bijouterie digna de Jack the Ripper.
Un collar hecho de testículos y dedos de pie, un colgante con varios penes engarzados como dijes, pulseras y aros confeccionados con partes pudendas masculinas. Pitos, chotas, garompas y pijotes llenaban la heladera. Se puso pálido, casi se desmaya. Quiso salir corriendo, pero la puerta estaba con llave. La miró, roncaba feliz esbozando una sonrisa o una mueca, una especie de risita tipo Giocconda. Era una montaña de placer y grasa. Parecía un barco viejo, encallado en La Boca. (Con ese perfume y todo). Sonó otro gasecito que sacudió las sábanas. Se quedó un rato en silencio, toqueteándose el ganso como en los viejos tiempos. Contemplándola. Amándola. Agarró la Victorinox y la tiró por la ventana.
Se sacó el calzoncillo y lentamente se acomodó en la cama, tratando de no despertarla.

LA BALADA DEL PAJERO Y LA GORDA

Mario Amado, más conocido como el paja, no era mal tipo. Era pajero, nada más.
De chiquito se toqueteaba a pesar de la estricta educación católica que le daban en casa. En su adolescencia recibió unos cuantos cachetazos cuando lo encontraron mirando una foto de Moría Casan, mientras, como quien no quiere la cosa se ahorcaba la gallinita. Por aquellos años acuñó su frase célebre: la vida es demasiado corta, ya que estoy atrapado en este cuerpo, le voy a sacar provecho. Y se dedicó a la ardua tarea de levantarse minas, cosa que no le resultaba nada fácil, ya que bajo su apariencia de muchacho correcto y adaptado, se ocultaba el paja, flaquito, narigón y ojeroso. Tenía la intención de coger con cuanta muchacha se cruzara en su camino, pero no era muy encarador y cuando lo hacía soltaba las más tiernas frasecitas: Siii mamá haceme caca en un ojo y llámame pirata de mierda!
Tenía la cara hinchada y roja de los sopapos que recibía todo el tiempo.
Alguna vez tuvo una novia, una morocha de carne firme que ni él sabe como sedujo. Pero no podían concretar el hecho muy seguido por cuestiones de lugar. En la casa de ella no se podía y en la de él tampoco debido a las intervenciones maternas. Los padres suelen creer que sus hijos son seres asexuados. Con el tiempo, la morocha se cansó y lo dejó. Marito continuó arremetiendo contra su falo de manera compulsiva e inescrupulosa. Con su mejor cara de boludo, apoyaba mujeres en el bondi, en el subte, las seguía, las espiaba. Perdió un par de trabajos por su manía.
Cuando estaba en la verdulería, como ayudante, había una clienta que lo volvía loco; siempre enfundada en un pantalón ajustado a rayas verde y blanco. Una vez agarró una sandía que le recordaba aquel culito, le hizo un hueco y: si, si, tomá, mirá como te rompo bien el orto, te gusta ¿no?. A la semana de encontrar todas las sandías ahuecadas lo rajaron. Cuando era repositor en el supermercado, la supervisora lo excitaba sobremanera, hasta que una vez no pudo con su genio, se acercó muy respetuoso tratando de contenerse: -Discúlpeme señorita, por mi atrevimiento pero me siento un tanto atraído por su belleza y me vi de repente en la obligación de hacerle saber que es usted extraordinariamente hermosa.- Hay, pero muchas gracias- Dijo ella toda coqueta esbozando una sonrisa sensual, y el paja agregó: si usted me lo permite me encantaría meterle una manzana en la boca y chuparle la concha hasta que salga sidra!. De más está decir, que, con toda delicadeza a Marito lo echaron a patadas en el ojete. Luego de varios episodios por el estilo, para evitar que lo metieran preso por acosador, la madre lo internó en una clínica.
Lo tuvieron sedado, con las manos atadas varios días pero no se calmaba.
Era capaz de masturbarse sin roces. Es todo mental, todo mental, repetía.
A la semana la enfermera que lo cuidaba renunció y ahí entró en acción la Niceta.
La Niceta era una chica bastante normal, rubia de ojos celestes, labios gruesos, de cara simpática y pesaba doscientos cincuenta kilos. Fue amor a primera vista.
-Che gorda ¿Sabías que teniendo relaciones se queman un montón de calorías? vení, desatame, dale, ¿cuánto hace que no tenes un revolcón? Además no me vas a negar que coger es más entretenido que hacer régimen. Vos tenés que hacer la dieta de la garompa, dale vení, desátame. La Niceta lo miró con ternura y le desató las manos.
- Tranquilo eh! Te quedas piolita...
-Dale gorda vení...
-Yo soy gorda y vos sos pajero... Yo te voy a curar a vos- Sentenció la enfermera, que parecía un hipopótamo en celo. Tenía un delantal de color indefinido que daba la impresión de que alguna vez fue rosadito. Sucio con manchas de café y mostaza. Metió la mano en el bolsillo y sacó medio pancho. Le pegó un mordiscón ante la mirada estúpida de Marito. Un poco de ketchup cayó sobre unos enormes pechos y el paja saltó de la cama y le pegó un lenguetazo, sintiendo la tibieza de aquella carne flácida. La gorda se estremeció y sintió como se lubricaba su intimidad.
-Yo te voy a curar a vos, ya vengo- dijo. Volvió al ratito con el delantal desabotonado. Las tetas pálidas, enormes reposaban sobre la panza. Lo agarró del cuello y le mordió los labios. Le arrancó los pantalones y le embadurnó el pene que ya estaba tieso, venoso y rojo, con medio kilo de Gimonte y le inyectó un líquido verde, con una jeringa finita. Los ojos de Marito se salían de sus orbitas, despedía espuma por la boca, hervía con pasión. La Niceta era elástica y ágil a pesar de los kilos.
Lo montó de un salto. La edición ideal de esta escena sería, en cámara lenta, con la música de carrozas de fuego. Cabalgaron, sudaron y gritaron asustando al resto de los internos, pero no les importaba nada. Tuvieron un orgasmo largo, explosivo, a la gorda le salió flujo hasta por las glándulas sudoríparas. Después otro, otro, y otro más. Marito estaba agotadísimo, deshidratado, pero su pene seguía duro, en pie de guerra, mientras la gorda subía y bajaba. Al séptimo desagote de líquido seminal, el paja no pudo más y se desmayó. Soñó que se casaba con la Niceta y que tenían esos combates sexuales todos los días. Con el tiempo el empezó a achicarse con cada orgasmo, como si la gorda se lo estuviese consumiendo de a poco. Era cada vez más y más chiquito y seguían las garchadas, hasta que un día, teniendo, ya el tamaño de una hormiga, escaló con esfuerzo esas nalgas carnosas, respiró hondo y se perdió para siempre en aquella cueva marrón.
Cuando volvió en sí, La Niceta se estaba vistiendo con una sonrisa de oreja a oreja después de haber tenido ciento treinta y siete orgasmos consecutivos.
Al tiempo después de esa noche, Marito no volvió a tener una erección por meses, perdió todo interés en el sexo y le dieron de alta.
Ahora se hace llamar Mario Amado Amor y ha ganado cierta fama redactando unos lastimosos cuentos eróticos para algunas revistas femeninas. La Niceta se hizo monja convencidísima de que le vio la cara a Dios.

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Che, este cuento no podría haber entrado el la famosa antología de los escritores que Garchan?